Abstract
Concretar las actividades y establecer los límites de la Pediatría Social –en una palabra, definirla– siempre ha resultado una tarea harto difícil, llena de matizaciones. Con toda seguridad, ello es debido a la complejidad de sus actividades y a la diversidad de las disciplinas que intervienen en el desarrollo y ejecución de aquéllas. E. Sánchez Villares consideraba que la Pediatría Social no era una disciplina o especialidad, sino “una actividad peculiar del médico en su trabajo para promover la salud y prevenir y curar la enfermedad”. Sin apartarnos de la anterior aseveración, pensamos que todo lo que concierne al menor, sano o enfermo, en sus interrelaciones con otros individuos, con sus familias o con el medio físico y social en el que vive, nace y se desarrolla, constituye el objetivo y el quehacer específico de la Pediatría Social. La Pediatría Social contempla, por tanto, al niño y al adolescente, en el contexto del proceso dinámico salud-enfermedad –entendida la salud en la más amplia concepción, positiva y socioecológica–, en función de los grupos humanos en los que se integran y de los medios a los que precisan adaptarse. Situada la Pediatría Social en la encrucijada de múltiples disciplinas, puede considerarse como la Salud Pública aplicada a la infancia.
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International License.
Copyright (c) 2001 Boletín de Pediatría