Abstract
A lo largo de las dos últimas décadas, la evidencia procedente de la investigación y el consenso entre clínicos nos han prestado apoyo para el mejor tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria. Sorprende a los clínicos interesados en esta patología el escaso interés, hasta fechas bien recientes, tanto por parte de los profesionales, como de los responsables de la salud, en la creación de recursos asistenciales mínimos, para atender una patología que supone el 0,56% por año de mortalidad, unas 12 veces la esperada en mujeres de este rango de edad. A lo largo de las dos últimas décadas, la evidencia procedente de la investigación y el consenso entre clínicos nos han prestado apoyo para el mejor tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria. Sorprende a los clínicos interesados en esta patología el escaso interés, hasta fechas bien recientes, tanto por parte de los profesionales, como de los responsables de la salud, en la creación de recursos asistenciales mínimos, para atender una patología que supone el 0,56% por año de mortalidad, unas 12 veces la esperada en mujeres de este rango de edad. Alguna de las posibles causas de este abandono profesional e institucional hacia los trastornos de la conducta alimentaria podría ser debido a diferentes aspectos. El primero, pudiera corresponder a la baja incidencia de esta patología en décadas pasadas y las dificultades de manejo que estos pacientes nos planteaban a los profesionales. Los trastornos de personalidad comórbidos añadían un rechazo mayor. La atención a estos pacientes en las unidades psiquiátricas de hospital general demandaban aptitudes y dedicación para la que no estábamos preparados ni los psiquiatras ni las enfermeras. El paciente era habitualmente rechazado, el abordaje del mismo era deficiente y el alta tenía lugar en condiciones poco óptimas. Por parte de las instituciones primaban las estancias cortas sobre la eficacia y, posiblemente, todos deseábamos los pacientes menos complejos. La realidad fue, para los profesionales que nos interesó esta patología, que la presión asistencial, la prensa y la demanda de las familias han conseguido recursos asistenciales que previamente nos denegaban a los profesionales...
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Copyright (c) 2003 Boletín de Pediatría