Resumen
Benito Otero era un hombre bueno y cordial, con una capacidad de amar que lo desbordaba y que le salía en cada gesto y con cada palabra. Que ejercía la Neuropediatría con verdadera maestría, con un talento extraordinario aunque dentro de nuestra especialidad, le interesaba todo y lo sabía casi todo, si bien lo hacía notar sin el menor alarde y con absoluta honestidad. Ahora nos faltará la confianza de tener a Benito cerca para consultarle una duda o pedirle su opinión sobre algún niño de nuestra consulta. Nos faltará su enorme experiencia y su destacada competencia profesional. Y nos quedará el recuerdo emocionado de algunas conversaciones, de la variedad y conjunción de sus conocimientos, de su cultura, amplia y profunda, de su fidelidad a unas ideas y a las muchas personas merecedoras de su aprecio.
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Derechos de autor 2007 Boletín de Pediatría