Resumen
Los avances en el tratamiento del cáncer en la infancia han llevado a una importante mejoría de la supervivencia de estos pacientes, alcanzando el 80% en países desarrollados. Sin embargo, esto ha supuesto tanto un aumento en la aparición de segundas neoplasias como en los efectos secundarios a largo plazo, derivados del propio tumor, de las técnicas diagnósticas o del tratamiento. Por todo ello, es fundamental que exista una adecuada coordinación entre el equipo de Hemato-Oncología infantil y el Pediatra de Atención Primaria y que este último sea debidamente informado del diagnóstico y de los tratamientos recibidos, así como de los potenciales riesgos. De esta forma mejorará el seguimiento de los pacientes, así como su morbimortalidad y, por tanto, su calidad de vida.
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