Abstract
En los últimos 20 años los alimentos funcionales han ido invadiendo el mercado y, en la actualidad, forman ya parte de nuestra dieta habitual(1-3). La evolución de lo que el consumidor demanda ha hecho cambiar de forma drástica el concepto de alimento. Si el siglo pasado comenzaba con la preocupación por encontrar alimentos suficientes y posteriormente alimentos sanos (libres de gérmenes y de tóxicos); al final del mismo, las evidencias científicas de la relación entre dieta y salud, propician la demanda de alimentos saludables (bajos en calorías, en sal, en colesterol o ricos en vitaminas por ejemplo) y, finalmente, de alimentos funcionales.
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Copyright (c) 2009 Boletín de Pediatría