Abstract
Iniciar cualquier tipo de reflexión sobre el consentimiento informado requiere una dosis de sana autocrítica. La práctica está regulada por normas legales y la teoría basada en el principio ético de autonomía, priorizándose la relación clínica y el derecho de todo paciente a la información aunque sea un niño, de tal forma que es una falacia pensar en ningún tipo de consentimiento sin ambos requisitos: buena relación clínica y adecuada información.
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Copyright (c) 2009 Boletín de Pediatría