Abstract
Basar una apreciación científica en las impresiones personales, en la propia experiencia, es correr el riesgo de ser sólo aproximativo o francamente inexacto. No hay que fiarse de las impresiones propias. Las conclusiones extraídas de una investigación basada en una experiencia provocada tienen un alcance mucho más profundo y son más difícilmente rebatibles que las que resultan de una experiencia elemental vivida. En primer lugar una experiencia provocada requiere una amplia meditación sobre sus objetivos y éstos se han de definir con gran precisión. En segundo término exige una planificación de las ideas y de las actuaciones, y finalmente presupone la exigencia de una dirección. La experiencia provocada es la base de la investigación en medicina.
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Copyright (c) 2010 Boletín de Pediatría