Abstract
En la pasada Reunión de Primavera de la SCCALP tuve la oportunidad de presentar dos posters de casos clínicos, raros en nuestro actual sistema sanitario, y tuve el privilegio de recibir por ellos un premio extraordinario de nuestra Sociedad. Sospecho que los míos no eran los mejores, las patologías presentadas no eran las más novedosas y seguramente no fui el ponente más elocuente. Efectivamente, yo no merezco ni deseo ningún premio, pero eso sí, lo agradezco. Desde mis inicios en esta profesión he pertenecido a la SCCALP y he asistido y participado activamente en sus reuniones. Ya en el lejano año de 1974 expuse, algo nervioso (no como ahora), mi primera comunicación en una reunión de primavera en la histórica ciudad de Ávila, de la mano de mi admirado maestro, el profesor Rodríguez-Vigil. Cuarenta y pico años después sigue siendo un orgullo pertenecer a esta Asociación de Pediatras.
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