Abstract
En primer lugar, quiero expresar mi sincero agradecimiento al Comité del Memorial “Guillermo Arce y Ernesto Sánchez Villares” por haberme concedido esta distinción por la que me siento muy honrado. El protocolo de este acto indicaba que quien recibía la medalla debía glosar a sus maestros, a D. Guillermo los primeros años y posteriormente a D. Ernesto. Decía el Prof. Ardura en la inauguración del XXI Memorial del año 2008 que las glosas de los maestros habían evolucionado con naturalidad en función de los vínculos establecidos en vida por los ponentes. Pude conocer a D. Ernesto en los últimos años de su vida. Tiempo no suficiente como para poder añadir algo nuevo a todo lo bueno que sobre él han expresado sus discípulos en los diversos Memoriales celebrados hasta la fecha. Por ello, he creído oportuno hacer hoy algunas reflexiones sobre la atención primaria pediátrica, actividad que me ha ocupado desde mi llegada a Santander, hace 35 años, para trabajar en lo que en ese momento era un Ambulatorio de la Seguridad Social. En esta etapa se han producido importantes cambios que mejoraron ostensiblemente la atención primaria brindada a niños y adolescentes que es de justicia destacar, aunque también se debe reconocer que diversos aspectos de esta actividad pediátrica están aún pendientes de un completo desarrollo.
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