Abstract
En la actualidad, la talla adulta supera en 10-15 cm a la de nuestros antepasados, y se alcanza a los 18 años. Se conserva hasta los 60. A partir de esta edad disminuye, con pérdida más escasa. En otras palabras: la maduración es más precoz e intensa, la talla se mantiene más de la mitad de la vida, el envejecimiento es más tardío y de menor grado. Estos logros son paralelos a los del incremento de esperanza media de vida y mejor calidad de la misma. Pero no han bastado -ni bastarán- para cejar en la búsqueda del elixir de la eterna juventud, de algo que demore y reduzca los efectos del envejecimiento...
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Copyright (c) 1990 Boletín de Pediatría