Abstract
Mi amistad con el profesor Salazar, que él hace tan fácil, tiene por tanto una antigüedad de casi seis lustros. Y sin duda por culpa de ese afecto, y de la benevolencia de los miembros del Comité Local del Encuentro, todos viejos conocidos y también amigos, se ha cometido la equivocación de pedirme que diera esta charla. Sucede que una vez aceptado el reto me encariñé con los personajes, con dos médicos cuya importancia he llegado a comprender, dos científicos de esos que entran pocos en cada generación, e incluso en el siglo, dos maestros, cuyos nombres alguien tuvo el acierto de uncir e institucionalizar, y que conforman una de esas parejas inolvidables que también se dan en otras facetas de la vida, sean patriotas, artistas, toreros o investigadores. Pero no voy a ser tan audaz como para recordarles a ustedes la categoría de sus maestros...
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Copyright (c) 2003 Boletín de Pediatría