Abstract
Es fácil encontrar ejemplos de cómo el ser humano busca explicaciones altruistas que justifiquen acciones que ha realizado única y exclusivamente guiado por su propia conveniencia. Este comportamiento es especialmente frecuente en las relaciones de los más fuertes con los que dependen de ellos para subsistir. En nuestra sociedad no hay nadie más dependiente que el niño, y esta dependencia es tanto más acusada cuanto más joven e inmaduro es. Ésta es la razón de que sea habitual encontrar situaciones de abuso de la infancia y de que éstas no sean reconocidas como casos de malos tratos. Hay innumerables ejemplos de este tipo de conducta. Basta recordar la campaña del ?culito seco y feliz? para presentar los bragapañales como el desideratum de la higiene dérmica infantil, cuando en realidad sólo sirven para que los niños no meen a sus cuidadores ni ensucien el ajuar doméstico. La concepción de un slogan tan ingenioso fue perversa, ya que con pequeñas modificaciones cambiaba la realidad, consistente en culera del niño seca y adulto feliz (porque no le manchan), por la falacia de presentar al niño como beneficiario de uno de los inventos más antihigiénicos que ha concebido la mente humana, y que tiene atormentada la piel del culete y de los genitales, tanto de nuestros niños como de los ancianos cuando llegan a un nivel de dependencia similar al de los niños...
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Copyright (c) 2003 Boletín de Pediatría